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Como cada 26 de enero, la Familia Real de Mónaco ha asistido a los actos en honor a Santa Devota, patrona del Principado. En esta ocasión no faltaron los Príncipes Alberto y Charlene, que se bastaron ellos solos para presidir el homenaje.
Y es que si el año anterior, los Príncipes de Mónaco estuvieron acompañados de la Princesa Carolina y de su hija pequeña, la Princesa Alexandra de Hannover, en este acto no hubo ni rastro de otros miembros Grimaldi, quizás ocupados con la boda religiosa de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, que tendrá lugar este fin de semana en Suiza.
Como manda la tradición, los Príncipes Alberto y Charlene de Mónaco acudieron a la procesión de Santa Devota y prendieron fuego a una barca. El matrimonio se mostró muy cómplice, sobre todo cuando salieron al balcón del Palacio Grimaldi, momento en el que las miradas demostraron la química existente entre la cuestionada pareja real.
El fervor de Mónaco por Santa Devota
La quema de la barca se realiza debido a una leyenda que señala que en el siglo VI, una joven cristiana llamada Devota fue detenida y torturada en Córcega por el Gobernador, que ordenó que se quemase su cuerpo; afortunadamente un grupo de cristianos se hicieron con él y lo enviaron en una barca encaminada a África. La embarcación fue guiada por una paloma y terminó en Mónaco el 26 de enero, y por ello se construyó la iglesia de Santa Devota, lugar en el que Charlene depositó su ramo de novia tras casarse.
Posteriormente un pescador intentó hacerse con las reliquias del templo, por lo que los demás pescadores quemaron su barca para castigarlo, hecho por el cual la Familia Principesca cumple con este cometido, muy importante para los Grimaldi porque Santa Devota es la patrona de Mónaco.


