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Hace justo un año, Ona Carbonell y su pareja, Pablo Ibáñez, daban la bienvenida a su primer hijo en común, un niño llamado Kai. Con los Juegos Olímpicos retrasados un año por el coronavirus, la capitana del equipo de natación sincronizada pudo disfrutar de su pequeño durante los primeros meses de maternidad. No obstante, las olimpiadas de 2021 iban a ser muy diferentes, ya que su hijo cumpliría su primer año de vida mientras ella estuviera allí.
La nadadora lamentó que las restricciones ligadas a la pandemia del coronavirus le impidieran viajar a los Juegos Olímpicos de Tokio con su hijo Kai. La deportista acató la decisión de la organización, pero dejó claro públicamente que no compartía dicha medida de seguridad excesivamente dura, a su juicio, con las madres de niños lactantes o muy pequeños.
Sin embargo, la distancia no le ha impedido celebrar una fecha tan importante y la orgullosa mamá compartía con sus seguidores de Instagram una fotografía donde se la puede ver tumbada en la cama mientras sostiene su móvil en una mano y, en la otra, un pastel con una vela en forma de número uno.
"¡Muchísimas felicidades, Kai! Tu primer añito ... ¡ Qué maravillosa es la vida ! Hace un año estaba en una sala de partos y ahora estoy en mis terceros Juegos Olímpicos en Tokio. Estamos separados pero te tengo presente en todo momento, y hoy soplamos juntos a pesar de la distancia. Te quiero", acompañaba con estas palabras la tierna fotografía. Un mensaje positivo y lleno de amor, que deja entrever una vez más el el gran esfuerzo que deben realizar los atletas olímpicos para que su carrera deportiva llegue lejos.
Una solución incompatible
Tener que escoger entre la conciliación familiar y participar en los Juegos Olímpicos ha sido muy complicado para Ona Carbonell, ya que se ha visto forzada a poner en pausa su proceso de lactancia materna y distanciarse de su bebé durante al menos los 20 días que durará su compromiso profesional. La nadadora junto a otras deportistas solicitaron al Consejo Superior de Deportes para pedir un remedio a la altura del evento deportivo.
La solución en cuestión permitió que tanto Kai como la pareja de Ona Carbonell podrían acompañarla a Japón, pero deberían quedarse confinados en la habitación de un hotel alejado a la Villa Olímpica sin tener contacto con ella. Ante dicha supuesta solución, Ona pensó en su familia y decidió viajar sola, con la esperanza de que, a su regreso, pueda seguir la lactancia, siga teniendo leche y el niño se siga enganchando.